viernes, 25 de septiembre de 2009

Ciclicos


Corrían fines de los años 90, la fiesta parecía terminar, todo símbolo Menemista debía desaparecer, no mas pizza con champagne, no mas Ferrari ni empresas argentinas por regalar, solo nos quedábamos con un 50 % de desocupación y una licuadora pagadera en cuotas.
Una vez colapsado el neoliberalismo, surgían las ansias de un gobierno anti-corrpución, de una figura seria, alguien impoluto hasta el momento.
El bipartidismo dejo enfrentado en las elecciones al entonces Jefe de Gobierno Porteño, el Dr. Fernando De la Rua y al Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, el Dr. Eduardo Duhalde.
El legalmente porteño se impuso en las elecciones presidenciales gracias a una gran campaña publicitaria y a su imagen de un hombre serio que venia a poner orden a un país arruinado por tanta jarana.
La seriedad pareció no darle cintura a un Presidente para prevenir lo que se estaba gestando, un golpe institucional, la consecuencia de una serie repetida de malas medidas, una ausencia total de ideas, una falta de gobernabilidad y la impericia para conducir un país centralizado, corrupto y oportunista, dejó en su momento la desolada imagen de la huída en helicóptero.
Acéfalos de gobernantes, la Constitución nos dio una seguidilla de 4 Presidentes, Puerta, Rodríguez Saa, Camaño y con gran precisión llego el momento del retirado Eduardo Duhalde, quien este último había perdido las últimas elecciones presidenciales.
Una vez logrado el objetivo, el ex bañero, autoproclamado junto con su mujer como los conductores de tormentas, tomaron las riendas del país.
Una vez, minimamente organizados, abrieron el abanico para dar paso a una nueva elección, proponiendo al actual matrimonio presidencial como la mejor opción oficial.
Ahora bien, ciertas maniobras previamente organizadas, dieron un papel fundamental al ex Presidente no elegido que una vez mas, desde lo oscuro, mueve sus piezas para reaparecer con su costosa imagen positiva, que todos los ciudadanos pagamos en su momento.

Como pez en el agua, el bonaerense, rearma su usado aparato, que oportunamente fue prestado y no devuelto en tiempo y forma por el actual matrimonio presidencial.
Casi por analogía, una vez mas, comienza a verse grietas de este sistema seudo izquierdista, seudo populista, seudo igualitario. Es justo aquí, donde la historia puede volver a repetirse, como hace poco menos de una década, las ansias de un cambio se respira, de cambiar por cambiar, de cambiar por agotar, de cambiar sin pensar sobre donde queremos ir, como queremos hacerlo y sobre que bases vamos a dar los pasos siguientes.
Esas ansias de un modelo anti-corrupción se posan nuevamente, casi 10 años después, sobre una figura radical envuelto en un espacio nuevo; el actual vice-presidente contempla con su alta imagen positiva, las expectativas de un cambio.
Con el análisis cronológico descrito, la experiencia adquirida y en plena atención de no volver a cometer los mismos errores que nos lleven a situaciones no esperadas, invito una vez mas al análisis completo de la situación, olvidar el romanticismo de la ideología per se, entender esta democracia como la tenemos, no la ideal, pensemos lo real, no olvidemos el pasado reciente, no cambiemos figuritas y mucho menos repetirlas, porque detrás de todo esto, hay gestores, oportunistas y poder.
La consolidación de poder no se genera con una sola decisión, con un solo voto no positivo y muchos menos con la sola imagen positiva. No seamos ingenuos porque la política no lo es y no ha demostrado serlo.
Entiendo que mientras se apueste a un sistema personalista, a un salvador, no lograremos crecer como nación, será posible encontrar la madurez siempre y cuando se apueste a un crecimiento institucional, apostando a las instituciones, trabajando en conjunto, solo así, dejaremos de ser un improvisado país.

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