miércoles, 10 de febrero de 2010

29 de 200

Nací el 7 de enero de 1981 y por mis 29 años pasaron los Presidentes Videla, Viola, Lacoste, Galtieri, Saint- Jean, Bignone (todos ellos de facto), Alfonsín, Menem, De la Rua, Puerta, Rodríguez Saa, Camaño, Duhalde, Kirchner y Fernandez de Kirchner. Viví la guerra de Malvinas, el libre comercio, la dictadura y la costosa vuelta a la democracia, todavía puedo visualizar recuerdos de movilización democrática en los años 80, preparativos para asistir a los primeros actos por la lucha de la democracia en los cuales se respiraba educación cívica, sin importar la educación, la profesión, existía una generalidad de participación cívica-política y que a pesar del bipartidismo de entonces, la muestra de posiciones se respiraba en reuniones familiares. Las puertas de las casas todavía abiertas al pensamiento político permitieron consensuar el sistema de gobierno. En ese entonces vivía en un barrio obrero, entre mamelucos, organización sindical y las famosas comilonas con las familias amigas, crecí en esos primeros años rodeado de contención, de simplezas, con la grandeza de lo simple, con esas pequeñas cosas, tan dignas que un buen regalo para un padre era una botella de CRIADORES. Después vino el Austral, la inflación, los paros nacionales hasta que Menem, con su cuota, la licuadora y la convertibilidad desarmaron a las familias simples por seudos burgueses plastificados que podían ir a Miami, se olvidó la lucha, los obreros eran sinónimos de vagos, el estado era malo, lo privado era bueno, tan bueno que nos despojaron de todo lo malo. Sin embargo, lo malo fue el desarme de los grupos familiares, se cerraron las puertas de las casas y no solo por la inseguridad traída por la falta de trabajo, sino porque el nuevo modelo de hombre que tenía ahora mas de un televisor y algún que otro microondas, el nuevo hombre se transformó en envidioso, posesivo, competitivo y no pudo compartir mas las mesas familiares, por el temor infundado de la posesión estúpida y vacía, por la moda, por la pizza con champagne. Ya no se podía regalar una botella de CRIADORES, para hacer un acto de presencia había que pasar por un free shop y traer un CHIVAS, como si fuesen expertos catadores.
En pocos años, parece haberse borrado todo símbolo de autenticidad, la globalización y los 181 canales nos transformaron en perfectos clones. El consumo que no da tregua y la indiferencia insipiente, nos alejaron del centro familiar para darle lugar a este nuevo hombre independiente que depende del consumo y la moda. No es poca cosa saber que ya no nos juntamos para hablar de nosotros, solo nos quejamos de lo mal que andamos mientras pasamos la tarjeta de crédito por algún post-net, post-poner los pagos, eso si que sabemos hacer pero no podemos posponer un bien personal a un bien grupal. El desinterés social aumentó en la misma proporción que molestó y sigue molestando los piquetes. Atrás quedo el barrio unido, el pueblo junto nunca será vencido. Muchos dicen que somos invencibles, que este pueblo argentino es infundible, que ni el efecto tequila, el corralito, el corralón, la devaluación, los cacerolazos, los 5 presidentes que pasaron en 2 semanas, la cesación de pagos y la deuda ilegítima pueden fundirnos.
En este Camino al Bicentenario, en mis 29 años de los 200 que están por venir, creo que poco aprendimos, creo que muy fácilmente olvidamos, que muy poco damos a pesar de lo que nos robaron, perdimos la unión, el individualismo reina y mientras que así sea poco vamos a ganar. Por mas que nos quejemos de cómo viajamos, de la inseguridad y del precio de la carne, entre otras cosas, hay que entender que la no participación solo da lugar a unos pocos, que la exclusión social es nuestra responsabilidad. Corriendo no vamos a llegar mas rápido, no seamos ingenuos cuando la historia nos dice que los gobiernos no lo fueron.
Si queremos vivir en un país que realmente nos permita crecer como personas, que nos deje vivir la dignidad, la igualdad y la justicia y para que no pasen otros 200 años sin aprender como vivir y progresar todos juntos, tenemos que participar, algo tenemos que hacer, no es tan difícil, desde el lugar que a cada uno le toque, podemos hacer algo, es por nosotros, es para todos, volvamos a la unión de las fuerzas no dejemos todo en simples actos y en palabras libradas al viento, cada uno de nosotros escribe la historia, es nuestro momento, no lo deleguemos.

1 comentario:

  1. excelente!

    sigo opinando lo mismo... más gente debería leerte...

    abrazo!!!

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